Este 16 de noviembre, La Habana se viste de gala para celebrar su 504 aniversario de fundación. No podemos dejar pasar por alto tan significativa fecha, especialmente para los viajeros curiosos que buscan descubrir las raíces históricas de esta ciudad cautivadora. En este artículo, te invitamos a sumergirte en la fascinante historia de cómo La Habana, con sus callejones empedrados y su arquitectura colonial, nació hace más de cinco siglos. Prepárate para un viaje en el tiempo, donde cada rincón cuenta la historia de una ciudad que ha resistido y florecido a lo largo de los años. ¡Descubre los secretos que hacen de La Habana un destino tan único e imprescindible para cualquier explorador intrépido!
Siglo XVI: Fundación de la villa
La villa de San Cristóbal de La Habana fue fundada en la parte sur del occidente de la isla de Cuba en 1514, pero alcanzó su asiento definitivo en 1519, en la costa norte, junto al puerto llamado de Carenas. Al menos ésta es la voz popular y lo que ha quedado inscrito en piedra, y se ha convertido en ley para las sucesivas generaciones de cubanos. Una ceiba frondosa, el más corpulento y esbelto de los árboles, dio sombra al primer Cabildo, institución jurídica traída por los castellanos como expresión de la voluntad comunitaria, así como de autoridad, justicia y paz.
Aquel dosel de hojas acogió también la celebración de la primera misa. En su lugar se erigió primero una columna constelada de lápidas y alegorías y más tarde en templete grecorromano que en el espacio mínimo de su jardín ha visto crecer una y otra vez los retoños del árbol legendario.
Siglos XVII y XVIII: Singular trama urbana
Así nace la ciudad, el primer espacio urbano donde se levantaron las casas, la Parroquial Mayor y el Castillo de la Real Fuerza. Esta primera fortaleza va ampliando sus actividades civiles y religiosas con sus ejercicios militares, hasta que, muy tempranamente, el lugar comienza a conocerse como Plaza de Armas. Así, pues, pronto fue necesario otro espacio público para el desempeño de la vida ciudadana. Surgen así, casi al unísono, la Plaza Nueva, hoy Vieja y la de San Francisco de Asís. Te invitamos a conocer un poco más sobre las cuatro plazas coloniales de La Habana Vieja.
En el siglo XVII la ciudad cuenta con cinco plazas. A las tres primeras se suman la de la Ciénaga (la Catedral), y la del Santo Cristo del Buen Viaje. La distinguen desde entonces un conjunto de pequeñísimas plazuelas, relacionadas con los monasterios y vetustos templos. Entre ellos: el Espíritu Santo, Santa Clara, San Agustín, San Isidro, Belén, Santa Teresa de Jesús y el Ángel. Esa particularidad va marcando en el paisaje urbano, los hitos de la conquista espiritual que llevaría adelante la Corona española.
La vida económica, política y social de la entonces villa de San Cristóbal de la Habana estuvo indisolublemente unida al puerto y a la bahía. Con la decisión de concentrar la flota de las Indias en el puerto de La Habana, la ciudad comenzó un floreciente desarrollo y con ello el establecimiento de los primeros núcleos residenciales y edificios públicos a lo largo del litoral del puerto.
La bahía de La Habana tiene forma de bolsa, con un canal de entrada estrecho y profundo. Posee una ubicación estratégica, geográfica y económica debido a su confluencia con el Estrecho de la Florida, el Golfo de México y el canal viejo de Bahamas.
En un inicio fueron tres los castillos que la defendían: la Real Fuerza, los Tres Reyes del Morro y San Salvador de la Punta, además de la muralla de tierra y de mar. Tras la toma de La Habana por los ingleses (entre 1762 y 1763), es negociada la vuelta del occidente del país a la Corona española. Así comienza el reforzamiento del sistema defensivo con la construcción de nuevos castillos, torreones y puntos de observación. De esta forma, La Habana se convierte en el sitio más protegido de las Indias Occidentales.
En el siglo XVIII La Habana extramuros era más populosa que intramuros. La ciudad crece multiplicando portales a lo largo de las calzadas. En las zonas aledañas a los ejidos de la muralla, muy céntrica en aquel entonces, se construyen paseos y parques.
Siglo XIX: Ampliación de los barrios
A mediados del siglo XIX comienza el derribo de las murallas y con ellas el reparto y edificación de los solares en los espacios que éstas ocupaban. Fue un proceso consolidado en las primeras décadas de este siglo. Se remodeló el Paseo del Prado, el Parque Central y se construyeron edificios tan significativos como el Capitolio Nacional o el Palacio Presidencial.
La decadencia del Centro Histórico como lugar residencial por excelencia comienza a mediados del siglo XIX. Comienza el crecimiento de la ciudad al oeste y la aparición de barrios selectos como el Cerro o el Vedado. Muchos de los antiguos palacios unifamiliares son vendidos. La Habana Vieja deja de ser “La ciudad” y se va convirtiendo en un extremo de ella. Las plantas bajas de tipologías domésticas comienzan a sufrir transformaciones, adaptadas a almacenes y talleres en función de la actividad portuaria. También se construyen edificaciones nuevas con éstos fines, y comienza a cobrar protagonismo la función industrial.
Siglo XX: Luces y sombras
Con la instauración de la República a principios del siglo XX, y bajo influencia norteamericana, se desarrolla en la zona que fuera intramuros la función bancaria y financiera. Ello incorpora un elemento de centralidad, con una tipología de altos edificios que acentúan su verticalidad ante la angostura de las calles.
Mientras, la ciudad va creciendo desahogada, desaparece el régimen de medianerías y el verde hasta ahora encerrado en claustros y húmedos patios domésticos va cobrando un protagonismo cada vez más fuerte. Las sucesivas épocas de bonanza económica y/o de crisis van haciendo aparecer barrios y repartos. Algunos más exclusivos, otros más populares, pero siempre de casas bajas, siguiendo los códigos de la ciudad jardín. La trama urbana mantiene, en un principio, la cuadrícula ortogonal. A partir de los años cuarenta, el criterio se flexibiliza y aparecen grandes manzanas de bordes curvos; la parcela crece y en los barrios de clases altas llega a adquirir tal proporción, que la arquitectura desaparece de la escena urbana, cediéndole lugar a la vegetación.
La excesiva extensión que llega a adquirir la ciudad y la construcción de vías rápidas que facilitan la comunicación provocan un retorno a la zona más céntrica, el Vedado, donde comienza a crecer desmedidamente el perfil urbano con la aparición del concepto especulativo de propiedad horizontal, a partir de la década de los 50.
Con la construcción del túnel bajo la bahía, se abre la posibilidad de crecimiento al este, impedida hasta ese momento por aquel obstáculo físico. La Habana Vieja en tales circunstancias cobraría entonces una posición céntrica.
Los cambios sociales profundos de la Isla en 1959 no alteraron la trama urbana de la ciudad, respetando las extensas zonas pobladas y el centro histórico, pero no hubo suficientes recursos para garantizar un mantenimiento sistemático. Hoy tenemos una ciudad intacta. Deteriorada, pero sustancialmente íntegra, vital y activa, una ciudad que nos reta día a día en el proceso de salvarla conscientemente.
El centro histórico de La Habana fue declarado Monumento Nacional por el Gobierno Cubano en 1976 y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1982.
Siglo XXI: Reconocimientos a la urbe
La Habana fue una de las ganadoras del Concurso New 7 Wonders Cities, cuyo resultado fue anunciado el 7 de diciembre de 2014. Millones de habitantes del orbe eligieron las siete ciudades más maravillosas a nivel mundial.
El 7 de junio de 2016 le fue conferido oficialmente su condición como una de las siete ciudades maravillas del mundo moderno. Fue distinguida sobre todo por su atractivo mítico, lo cálido y acogedor de su ambiente, y el carisma y jovialidad de sus habitantes.
La difícil fusión entre europeos, africanos y aborígenes en un inicio, junto a otros componentes étnicos y culturales más contemporáneos, modelaron el perfil y los rasgos de identidad no sólo de la ciudad, sino de una Nación mestiza en sangre y espíritu. De ahí el eclecticismo que hace de La Habana una ciudad múltiple, universal. La transculturación ha quedado impresa en el rostro pétreo de su arquitectura y en el carácter de quienes la habitan. Si ya te enamoraste de La Habana por su fascinante historia, puedes conocer todo lo que esta urbe tiene preparado para ti.
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